sábado, 29 de noviembre de 2014

Un día muy particular en la Universidad (inscripciones)

Todos los semestres los estudiantes de Letras debemos inscribirnos como regla obligatoria para iniciar el nuevo semestre. Y el día de las inscripciones es algo muy particular. Debemos levantarnos muy, muy temprano para poder llegar y anotarnos en la lista de llegada, avisar qué turno somos (hay 3 dependiendo de tu número de cédula y estos 3 turnos siempre se rotan con los semestres) y luego esperar alrededor de 3 o 4 horas para iniciar las respectivas inscripciones. Se pasa frío, hambre y muchos sustos, ya que todos llegamos a la universidad alrededor de las 5 am. Todo esto para que no nos cierren materias o no perder la oportunidad de ver clases con excelentes profesores, porque en nuestra Universidad podemos elegir nuestros horarios y eso, aunque parezca muy majo, tiene su lado oscuro, al igual que la luna: debes pelear por él, y cuando digo esto me refiero a sacrificar horas de sueño, de hambre y de cordura, porque cuando uno llega allá y espera 6 o 7 horas para inscribir las materias del semestre y se está despierto desde las 3 am, vamos, que ya uno comienza a delirar.

El chiste es que el día de hoy (27 de Noviembre de 2014) me ocurrió -nos ocurrió- algo muy particular -más de lo normal- en el día de las inscripciones para iniciar el semestre el lunes 1ero de diciembre (¡y algún día graduarme, joder, que esto de los paros me tiene harta!): me levanté a las 3 de la mañana para comenzar a arreglarme (3:30 en realidad); el taxi llegó a recogerme a las 4 y a las 4:30 ya estaba en la universidad. Esto me pareció muy genial porque me dije a mí misma que llegaría muy temprano y que podría anotarme en la lista de espera (este semestre me tocó de segundo turno, por lo que me tocaba inscribirme alrededor de las 10 am a 12 m).
El taxi me dejó en una de las entradas principales de la Universidad (que hasta mi Facultad son como 6 minutos caminando); el punto es que todo estaba muy oscuro por el horario de invierno y yo tenía algo de miedo; de igual manera seguí mi camino hasta la facultad, pero al cruzar hacia un pasillo que me llevaría a ver la luz de todas las sonrisas de los chicos que se inscribirían conmigo -¡sí! ¡Qué felicidad levantarse a las 3 de la mañana para ir a inscribirte y pasar todo el día como un zombie!- apareció de la nada un perro negro que comenzó a ladrar fuertemente y se dirigió corriendo hacia mí. Por el pánico que le tengo a tales animales, comencé a temblar y a correr mientras gritaba, pero nadie me escuchaba -porque la universidad estaba sola, excepto en nuestra Facultad-, así que entré en un estado de terror total. Me dirigí al comedor y me escondí ahí. Obviamente este estaba cerrado. Llamé a una amiga que se iba a inscribir ese mismo día diciéndole que estaba muy asustada y que viniera rápido a socorrerme -¡sí! ¡muy madura yo! ¡jo!-, pero ella me avisó que llegaría a las 5. En ese momento se me agotó el crédito de mi móvil y comencé a desesperarme. Las lágrimas me salían solas, las piernas me temblaban como flanes, al igual que el resto del cuerpo; hacía mucho frío, pero yo tenía calor; mi corazón palpitaba a mil por hora y me sentí débil.
Debía pensar en algo rápido, porque esa zona en la que estaba no era nada segura y podía pasarme cualquier cosa. Yo sabía que había otra manera de llegar a mi facultad sin tener que pasar por el pasillo donde estaba aquel perro, pero en ese momento estaba muy abrumada para recordar.
Al cabo de 10 minutos, le envié a mi amiga un mensaje con el texto de "me quedé sin saldo; llámame"; ella me llamó y le pregunté si había otro sitio por el que yo pudiera llegar a la facultad, ella me respondió que por otro pasillo paralelo se podía llegar. Así, me encaminé por aquel pasillo, con igual terror de que me saliera otro perro, o algún ladronzuelo que rondara la universidad por aquellas horas. El camino se me hizo interminable; la universidad a esa hora era una tumba; escuché un ruido proveniente de los jardines y me asusté, pero igual seguí, acelerando el paso y tragando saliva.
Por fin, llegué a mi destino y me encontré con media escuela de Letras en la entrada de la Facultad; los saludé muy aliviada, y luego firmé la lista. Era la número 21 de la segunda lista. ¡Joder! ¡¿En serio?! ¡¿La número 21?! ¡¿Y llegando a las 4:50 de la mañana?! Y ni hablar del primer turno: más de 50 personas habían firmado antes de las 5 am, y el primer chico había llegado antes de las 3 am.
Luego de aquello, sentí un alivio infinito. Me encontré con mis amigas y pasamos el rato. A eso de las 6 de la mañana, la Facultad abrió sus puertas y todos nos dirigimos al salón donde debíamos realizar y formalizar la inscripción.
A eso de las 7 am decidimos ir a comprar algo para comer, y luego de desayunar caminamos por ahí para pasar el rato.
A eso de las 9:30 comenzaron a repartir los numeritos para el primer turno. Se suponía que a ellos les tocaba comenzar la inscripción a las 8:30. Ahí comenzó todo el problema.
El primer turno terminó inscribiéndose alrededor de las 12 pm y yo... bueno... yo salí de allí alrededor de las 7 de la noche, así que ya se imaginarán... y ni hablar del tercer turno.
Al menos pude inscribir las materias que quería. !Joder! ¡Qué porquería!
Aquí algunas fotos mientras esperábamos en la interminable fila para inscribirnos.



Ellas son mis amigas Natalie y Adelle (la otra chica del Afro es mi otra amiga Rut). Nathy sale muy chistosilla con la nariz de payaso, jajaja, me reí un montón mientras tomaba la foto. ¡Podreis imaginaros lo fastidiadas que estábamos, jejeje!


Aquí, Natalie y yo poniendo caras graciosas.


Luego Natalie, Rut y yo (de derecha a izquierda)


. . . Y mis botas... mis famosas botas (que sepan que ahí todos me conocen por ser la chica de las mil botas y la loca que se viste de invierno los 365 días del año.)

Bueno, esto no tiene mucho que ver con la función principal de mi Blog (publicar las estupideces que escribo y, más adelante, covers de canciones y canciones propias, pero, vale, que este día lo he tenido que inmortalizar en papel para nunca olvidarlo :))

Espero que os haya gustado esta inusual entrada de mi -regreso a mi- blog.

Annabel*