martes, 6 de marzo de 2012

Mi mejor amiga



Mi mejor amiga
     Mi madre era una mujer luchadora y muy trabajadora, de carácter fuerte, sin embargo muy sutil y dulce en su persona. Le gustaba mucho la naturaleza. Al menos una vez al año se desvivía por viajar a algún lugar de Venezuela en el que abundaran los paisajes, y por supuesto, toda la familia se disponía a seguir con ánimo alguna nueva aventura.
Su amor por la naturaleza le venía desde muy niña, ya que su infancia transcurrió en una región de Venezuela que fue bendecida por el Creador, tal es, la región de Guayana, específicamente, en Puerto Ordaz, Estado Bolívar. Durante el año 1962 sus padres, de origen canario se residenciaron en esta ciudad, y alquilaron una casa ubicada frente al Parque Cachamay, famoso por su exuberante belleza, su abundante vegetación y sus caídas naturales de agua. Aquellas imágenes causaron en ella recuerdos imborrables y felices de su infancia. A pesar de no tener una muy alta estatura, le gustaba encaramarse a los árboles para recoger frutos. Entre sus recuerdos más vivos está el que me contaba con turbación relacionado con la represa del Guri. Antes de soltar las aguas de la represa, fueron rescatados innumerables cantidades de animales, entre ellos, monos, serpientes, cocodrilos, babas, iguanas, osos hormigueros, morrocoyes, y algunos de ellos fueron ubicados en el Parque Cachamay, cosa que a ella le estremecía al tener tales vecinos.
A sus 17 años, se trasladó de Puerto Ordaz a Caracas para comenzar sus estudios en la Universidad Central de Venezuela en la que obtuvo el título de Ingeniero Civil mención Hidráulica en el año 1982. De allí en adelante, su trabajo profesional siempre estuvo relacionado con viajes algunos de aventura tanto en Venezuela como en el exterior.
Con ese afán de aventura de mi madre, viene a mi recuerdo el primer viaje que emprendí con ella y mi familia al Parque Nacional Morrocoy en Agosto del año 2000. El viaje desde nuestro hogar, en San Antonio de Los Altos hasta el hotel donde nos hospedamos en Chichiriviche, fue de unas cinco horas. Durante el viaje me llamó mucho la atención los espejismos de agua en la carretera, y la explicación que me dio mi madre acerca de los mismos. Mi padre, al ver una iguana en la vía, frenó bruscamente el vehículo, haciendo que todos en el auto se exaltasen. Recuerdo la expresión intensa y fogosa en los grandes y penetrantes ojos pardos de mi madre al reclamarle a mi padre esa acción, y cómo mi padre la justificó al compadecerse por el pobre animal.
Llegamos al hotel, y nos hospedamos en una amplia y acogedora habitación. Recuerdo el clima caluroso que hacía al salir de aquella, y la hermosa piscina con sus tres toboganes, donde acudimos a refrescarnos. Al día siguiente tomamos un peñero y nos dirigimos a uno de los cayos, donde pudimos apreciar lo hermoso de aquel lugar paradisíaco.
Otro de los tantos viajes que viene a mi memoria fue cuando estuvimos en Puerto la Cruz en el año 2007. Las casas en los canales y en general, todas las construcciones me impactaron, y lo único que iba repitiendo en el camino era “¡oh, dios!, ¡oh, dios!”, lo que le causó mucha gracia a mis padres. Hacía muchísimo calor, y mi madre recogió su ondulado y rojizo cabello para colocarse un sombrero que la protegiera del sol, asimismo se colocó sus lentes oscuros. Al verla con su atuendo playero que resaltaba su figura esbelta y su piel trigueña, sobresalía además en ella, su gracia y elegancia. Decidimos luego, ir de paseo al Mirador, donde presenciamos un hermoso atardecer. Al día siguiente, mi madre contrató una lancha para hacer un recorrido por toda el área de Mochima. Allí pudimos apreciar los hermosos paisajes, el color cristalino y azul del mar, con sus olas que se ondeaban al compás del viento, cuyas gotas de agua nos salpicaban el rostro, al ritmo de los saltos que daba la lancha en su romper de olas. Al mismo tiempo, nos llamó la atención una gran roca en forma de tortuga a la cual mi madre no se cansaba de tomarle fotos.
Siento la nostalgia de que mi madre no nos pueda acompañar más a esos hermosos paseos de aventura, pero sé que en alguna parte estará ella preparándose para nuevos viajes a lugares fascinantes, y tal vez desconocidos a los que mi imaginación no puede siquiera alcanzar.   

Annabel *  

No hay comentarios:

Publicar un comentario